A partir de hoy, los 133 cardenales electores de la Iglesia católica se encuentran reunidos en la majestuosa Capilla Sixtina, bajo la atenta mirada del icónico fresco El Juicio Final de Miguel Ángel, para participar en el cónclave que definirá al sucesor del fallecido papa Francisco, quien murió el pasado 21 de abril.
El proceso de elección se llevará a cabo mediante votaciones secretas, realizadas en ciclos de escrutinios con pausas establecidas, hasta alcanzar los dos tercios de los votos necesarios para proclamar al nuevo pontífice. Tras cada ronda, las papeletas serán quemadas en una estufa especial instalada en la Sixtina, y el color del humo comunicará al mundo el resultado:
- Humo negro: No hay acuerdo.
- Humo blanco: ¡Habemus papam! (Tenemos papa).
Sin embargo, la identidad del elegido no se conocerá de inmediato. Solo cuando el nuevo pontífice acepte el cargo y elija su nombre, se dará a conocer desde el balcón de la Basílica de San Pedro.
El momento crucial: Habemus papam
Una vez que el humo blanco anuncie la elección, dentro de la Capilla Sixtina, un cardenal le preguntará al elegido si acepta el nombramiento y bajo qué nombre desea gobernar. Finalmente, ante miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro, se pronunciará la histórica frase en latín:
- "Habemus papam!"
- "[Nombre de pila]... qui sibi nomen imposuit [nombre pontificio]".
El mundo entero aguarda con expectativa este momento histórico, que marcará el rumbo de la Iglesia católica en los próximos años.
